Tristeza por lo que aún no pasó

By Diez Años Tarde


Ayer Domingo, tuve una tarde de mierda. Apenas me levanté, vi en mi celular 2 mensajes: uno de un compañero de trabajo avisando que murió el padre a las 6 de la mañana, convaleciente hace varios meses. El otro, de otro compañero que me avisa para organizar e ir. Hablo con los dos, quedamos para ir a primera hora de la tarde, y listo. Domingo normal hasta ahí, familia, almuerzo y a las 2 de la tarde me pasan a buscar.



Llegamos al lugar, saludamos a la familia, nos quedamos con mi compañero y esperamos que se hagan las 5 de la tarde para acompañarlo al entierro. En ese lapso de tiempo, el estado de ánimo me empezó a cambiar. Ver a las nietas (nenas entre 8 y 13 años, ésta última cumpliendo años justo ayer) llorando y sin consuelo, me produjo el primer nudo en la garganta. Después llegó otro de los hijos, que vive lejos y apenas le avisaron viajó, y llegó al rato que lo hicimos nosotros. Fue otro momento duro. Segundo nudo. Después, oficio religioso y las palabras del sacerdote que siempre sacuden un poco más... Me sentía diría que incómodo, era una persona que había visto 2 ó 3 veces en mi vida, que tampoco me caía demasiado bien y con mi compañero de trabajo somos solamente eso. Nos llevamos bien, pero no somos amigos. Pero la situación me estaba superando. Después, el cementerio Es el momento más duro, no? Como dice la canción de Baglietto: “se cree más en los milagros a la hora del entierro”. Tercer nudo, que no se iba. No pude evitar llorar.


Era obvio lo que me pasaba. Sentí que cuando pierda a mi viejo (esperemos que sea antes que empiece a sufrir por lo que sea que fuere y que para eso falte mucho) las cosas iban a ser semejantes: la imagen desgarradora de los nietos, la esposa tratando de acobijar a todos, pero sin poder con ella misma, el hijo que vino de lejos… Escribo todo esto, y me aparece otro nudo más.


A la noche, ya en mi casa, no quise llamarlo como hago siempre, porque sabía que se me iba a venir todo encima y no iba a poder explicar qué me pasaba.


Ayer, no pude “disfrutar de la tristeza”.