Le dejo para su deleite...
VIAJES DE ANTES vs. VIAJES MODERNOS
By Diez Años Tarde
Producto de un viaje largo que hice la semana pasada, se me vinieron a la memoria un montón de recuerdos de las vacaciones que teníamos con mi familia. Claro está, hablo de viajes en auto. Para mí, las vacaciones son en auto. El hecho de tener independencia para moverte, meterte donde se te canta a la hora que se te canta, parar a descansar si hace falta, decir “hoy nos vamos para tal lado” que estaba totalmente fuera de planes y termina siendo una opción interesante, hace que el vehículo sea para mí, factor determinante en irse de viaje. Claro, si uno se va lejos, no le queda otra que el avión y la posibilidad de alquilar o moverte de otra manera.
Por supuesto que entre los 18 y los 23 me fui de vacaciones en colectivo, pero uno está en otra. No le importa hacer dedo en cualquier lado, subirse a donde sea para llegar a destino y no tiene a nadie que dependa de uno que le pueda afectar ese tipo de viajes. Pero no es el caso.
La cosa es que haciendo un paralelo entre los viajes de hace 30 años y los de hoy, el aburrimiento de los chicos en la ruta siempre debe haber sido el mismo. El “¿cuánto falta?” a la media hora que se sale de un viaje de varias horas (o a la media hora que se despiertan, si es que se sale temprano como para ganarle un par de horas a la pérdida de paciencia) debe haber existido siempre.
El nudo de la cosa está en cómo se solucionaba ese tremendo aburrimiento de los chicos cuando están en una edad que el paisaje no les importa demasiado (o nada), o el tratar de convencerlos de que “el viaje es largo, pero vas a ver qué lindo cuando lleguemos” es totalmente inútil porque es AHORA cuando se están comiendo un embole machazo.
Antes, los juegos de mesa no podían faltar. El límite era el tamaño del tablero (en mi caso éramos 3 sentados atrás, por lo que llevar “El Juego de la Vida” era impensado), por lo que las cartas era el principal, y teníamos un ludo más chico que el tamaño más habitual, por lo que a veces también se sumaba.
Mi hermana, cuando era algo más grande, llevaba un cuaderno y escribía (siempre fue imposible encontrarle ese cuaderno, por supuesto). Además, tenía la inmunidad diplomática que le daba ser la mayor, así que ante el menor intento de cometer algo “ilegal”, recibía un castañazo (de ella) y a otra cosa.
Mi hermano siempre fue más soportable. No recuerdo que se haya aburrido demasiado en los viajes, por ahí se colgaba mirando por la ventana, y quién sabe en qué pensaba (bué… digamos que igual que hoy, jajaja) pero parecía que el tipo llevaba el aburrimiento sin importarle demasiado.
El menor en cambio, era un tábano. Insoportable. Sentado en el medio, claro, secundado por los otros dos que trataban que no se embole demasiado, no por hacerle un bien a él, sino para no tener que aguantarlo.
Y ahí aparecían los juegos. Chin-Chón, Escoba (aprendí a sumar jugando a la escoba viajando a Bariloche a los 6 años, miren si mis hermanos me tenían paciencia…) y la infaltable Casita Robada. Algo más tarde, con el auge de la importación, aparecieron los Pocketeers, antecesores del jueguito electrónico, y los “Tope y Quartet”, cartas con diferentes temas.
Para los que no los recuerden:
http://www.google.com.ar/search?q=pocketers&hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=onKdTsncAuni0QGX-M2bCQ&ved=0CEAQsAQ&biw=1280&bih=713#hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&tbm=isch&sa=X&ei=uXKdTtP4IvSnsAKm4_WECg&ved=0CDcQBSgA&q=pocketeers&spell=1&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.,cf.osb&fp=27e912372b8deffc&biw=1280&bih=713
http://www.google.com.ar/search?q=tope+y+quartet&hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=xnidTvjXEJKHsAKlzdzmCQ&ved=0CEQQsAQ&biw=1280&bih=713
Otro juego clásico (ya perdido por las modificaciones que hubo) el adivinar la provincia de la patente del próximo auto que cruzaba por la mano contraria. En el rubro revistas, Billiken (salía los martes si mal no recuerdo) y Anteojito (los jueves).
http://www.google.com.ar/search?q=pocketers&hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=onKdTsncAuni0QGX-M2bCQ&ved=0CEAQsAQ&biw=1280&bih=713#hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&tbm=isch&sa=X&ei=uXKdTtP4IvSnsAKm4_WECg&ved=0CDcQBSgA&q=pocketeers&spell=1&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.,cf.osb&fp=27e912372b8deffc&biw=1280&bih=713
http://www.google.com.ar/search?q=tope+y+quartet&hl=es&rlz=1C1CHJL_esAR449AR449&prmd=imvns&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=xnidTvjXEJKHsAKlzdzmCQ&ved=0CEQQsAQ&biw=1280&bih=713
Otro juego clásico (ya perdido por las modificaciones que hubo) el adivinar la provincia de la patente del próximo auto que cruzaba por la mano contraria. En el rubro revistas, Billiken (salía los martes si mal no recuerdo) y Anteojito (los jueves).
La radio, en esa época solamente AM, estaba reservada para los padres. A nadie se le ocurría pedir que se cambie, además era inútil, porque lo único que había en los programas de esa época eran noticias, tango ó futbol los fines de semana. Encima, en esa época los autos no tenían A/C, por lo que en verano se viajaba con las ventanillas abiertas. No daba para escuchar demasiada radio por el ruido que hacía el viento al entrar, y además de ello, no había otro tipo de programas.
El cassette, en los primeros autos de mi viejo, no existía. Siempre tuvo Renault 12 (salvo una incursión por el Renault 6, su primer 0 Km). Recién apareció el primer “estéreo” en un R12 modelo ´84 (del que todavía recuerdo la patente: B 2.005.320). Claro, yo ya tenía 13 años y la música me empezaba a acompañar muchísimo. Así que algunos viajes, un rato capaz que podíamos llegar a escuchar algo, en ese momento ya aliado con mi hermana, que tenía 18 y escuchábamos la misma música. A mi hermano, nunca le interesó demasiado ese tema.
Hoy, la situación es otra. Tienen DVD, jueguitos, la variedad de revistas es enorme, no hay patentes como para adivinar provincias (se juega cuál es el auto más nuevo que hay, es la variante). Claro, el problema ahora es la pelea por cuál película se ve primero, si tienen edades o gustos distintos. Los libros de cuentos siguen vigentes, y cuando uno de los chicos no sabe leer, el mayor le lee contento, porque no hace tanto que aprendió y se siente importante. Las cartas ya no se caen más por la ranura que hay entre el asiento y el respaldo, van quedando relegadas. Se sigue dibujando y pintando, pero quién sabe hasta cuándo. Tal vez en un tiempo ya todos tengan netbook, y dibujen en ella.
Igual noto una ventaja respecto a los viajes de antes: el hecho de compartir más cosas en común, hace que los padres conozcan algunas canciones que escuchan los chicos. Y eso permite cantar en familia, uno por ahí inventa o deforma la letra de un tema, los chicos se “enojan” con uno que manda cualquiera y así se va pasando el tiempo. Antes, con las ventanillas abiertas y la AM puesta, había como 2 sectores separados dentro del mismo auto y tal vez no había tanto intercambio.
¿Y vos? ¿Qué recuerdos tenés de tus viajes de chico?